Relatos sin más

Su cuerpo se empezaba a deformar como un cuadro de Picasso, no era un cambio elástico, tenía formas geométricas que le impedían moverse como antes. 
Las fotos que veía en las revistas le angustiaban...esas dentaduras artificiales y perfectas que mostraban felicidades vacías.

Todo el mundo le decía que lo que le estaba pasando era algo maravilloso, que le iba a cambiar la vida; pero ella no quería cambios, no más que cambiar las tostadas por las galletas en el desayuno o salir a correr por la tarde en lugar de por la mañana.

Pero tampoco podía correr. 
Dos latidos, sí, pero el suyo se estaba apagando.


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