Pintar

Mi mente estaba en blanco...
Siempre me había resultado angustiante el blanco impoluto de las sábanas de mi familia de adopción.

El blanco de los ojos de mi madre de acogida cuando se enfadaba conmigo. 
El blanco del pelo de mi abuelo, que me dejó cuando yo era muy pequeña.
El blanco puritano de mi ropa interior con mis iniciales bordadas a mano. 

Yo quería otros colores, colores que me hicieran vivir, que me dejaran portarme mal, que no me encorsetaran, que no me manipularan...
Un día empecé a ver esos colores.

Me di cuenta de que tenía que ser yo la que los transformase y pintase la vida de pasión, amor, desamor, enfado, tristeza, alegría...

Y así lo hice: ¡pinte todo mi cuerpo y empecé a bailar!

¡Salud y Arte!


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