El Globo
Introdujo con delicadeza El Globo debajo de su camisa recién planchada y salió a la calle orgullosa, iba a tener que empezar a hacerlo más grande o lo notarían pronto.
Al doblar la esquina fue a la pastelería de Ana, se dieron los buenos días, y ella le dijo que tenía antojo de dos croissants con mermelada, Ana sonriente le dio los croissants y un descafeinado.
Con el desayuno en sus manos, sacó las llaves del coche y puso todas sus cosas en el asiento del copiloto mientras engullía con ansia su desayuno. Arrancó el coche y salió a la autopista, había comido demasiado y estaba muy cerca del volante, por lo que se dispuso a mover el asiento, un estruendo inundó todo su cuerpo. El Globo se explotó.
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