Tan sólo un relato más

Sus padres le llevaban cada noche a la cocina del restaurante donde hacía los deberes y cenaba lo que estaba en el menú. Su madre añadía siempre algo extra que hacía que su plato fuese único y se sentía privilegiado respecto a los clientes que llenaban sus bocas en la habitación contigua. 

Él sabía que algún día ese restaurante iba a ser suyo y desde muy temprana edad, se había interesado por la cocina, él quería hacer algo especial, quería ayudar y hacer crecer ese lugar que año tras año quitaba un pedazo de la vida de su familia.

Desde que cumplió los dieciséis años, sus padres le dejaban estar en la cocina. A partir de entonces ya no hacía deberes, ayudaba y aprendía los platos especiales del restaurante.
Un día, cuando estaban a punto de cerrar, uno de los clientes se quedó hasta el final para decir que uno de los platos estaba frío y quería la devolución del dinero. Ese plato lo había preparado él. 
Sus padres le devolvieron el dinero, pero el cliente no quedó satisfecho con ello, si no que se dedicó, en los próximos meses, a difundir la mala calidad del restaurante.

Dos meses más tarde sus padres cerraron el restaurante y ahora él no hacía los deberes ni cocinaba.

¡Salud y Arte!

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